Siguiendo el rastro de la expedición emprendida por Jasón y los argonautas a través de una geografía real, viajo hasta Weeki Wachee Springs, un lugar donde el mito se vuelve realidad. Aquel que fue el primer parque temático del estado de Florida, tomó a las sirenas como icónico reclamo turístico, sentenciando así el destino de todos los habitantes del pueblo, ahora convertidos en sirenas y tritones y el de todo el estado, sometiéndolo a una suerte de proceso pop similar al que se produjo en el poema épico durante el periodo helénico.

A aquellas letales criaturas híbridas que debían seducir fatalmente con sus cantos a todo aquel quien se acercase a su morada, se las suponía tan diestras en su cometido, que, cuenta la leyenda, si alguno lograba salir indemne tras su encuentro, una de ellas debía ser sacrificada. Y aunque esto ocurrió dos veces , tansolo se conoce el paradero del cuerpo de una de ellas. Nápoles se erigió en honor al cuerpo inerte de Parthenope derrotada por Ulises, el paso de Jasón deja al descubierto la existencia de una necrópolis perdida.

Durante la transformación de aquel lago natural en un novedoso teatro sumergido apareció un misterioso cadáver milenario, señalando aquel lugar como un espacio en que naturaleza y kitsch se funden para transformar la fantasía en realidad. Inspirándose en el negocio local de los “glass-bottomed boats”, su carismática formación rocosa sumergida sirvió de escenario para representar escenas cotidianas del exterior ante un medio hostil. A los ojos de aquellos primeros espectadores parecía imposible discernir si se trataba de un espectáculo acuático o uno de aéreo, devolviendo al mito su morfología de mujer-pájaro original.

El diálogo entre el material que documenta mi expedición y el del archivo histórico del parque encuentran en el dibujo, disciplina con la que inicialmente se dio a conocer gráficamente a estos seres fantásticos, un medio para ofrecer al espectador la posibilidad de vivir una aventura en primera persona.

 fotógrafo: Ico Mateo